26 dic 2011

Separar las personas del problema


Esta frase y su hermana “suave con las personas, duro con el problema”, principal pauta del esquema de negociación de Harvard, es de las más recurrentes en el coaching para las relaciones interpersonales, especialmente cuando existe un conflicto.

En una clase sobre negociación surgió una conversación interesante sobre la tendencia que tenemos de encarnar el problema en una persona o grupo. Es una manera de simplificar una situación a la medida de la parte racional de nuestra mente.  Es como si necesitáramos convertir el problema en conflicto (confrontación entre yo o nosotros y otro u otros) para poder masticarlo mejor.

Seamos realistas, nuestra capacidad de percibir la realidad es muy reducida y aún después la distorsionamos en gran medida. Si a esto unimos la complejidad del comportamiento humano, de sus motivaciones e historias auto-creadas, la consecuencia es que “separar las personas del problema” requiere de una habilidad casi quirúrgica.

Sorprende hasta qué punto realizando algo virtual como los role play (interpretaciones de situaciones que hacen los participantes en formaciones de habilidades personales), las personas se identifican absolutamente con cada papel, teniendo una gran facilidad para encarnar una posición dentro del problema (sobre todo cuando se hace bien).

 Tenemos esa tendencia a encarnar en nosotros mismos un extremo del conflicto y a ver a la otra parte encarnando el otro extremo… ¡nuestra razón prefiere simplificar de esta manera! Esta es la principal causa de que el conflicto llegue a incendiarse.

Tal y como posiblemente hayas observado en los conflictos o negociaciones reales, la solución se alcanza cuando se deshacen las posiciones rígidas (y los roles muchas veces) de partida y se ponen en común los intereses que esas posiciones querían defender.

Encarnar el problema en otra persona significa definirlo como una lucha entre dos partes. Esta es la estrategia que utilizamos habitualmente, pero ¿hay alternativas?

Hay algo que a veces hacemos intuitivamente y que podemos utilizar con más frecuencia… ¿Qué sucede cuando pasamos de encarnar un conflicto en una persona a observar la situación desde una tercera perspectiva, desvinculada de las dos partes por igual? Es como verse en una televisión con ojos vírgenes, desapegados. Esta es una herramienta muy utilizada en coaching (procedente de la PNL) y que proporciona alternativas diferentes y muy creativas.

Desde esa posición de observadores, seremos conscientes de los pensamientos y emociones que nos provoca nuestra limitada perspectiva y de cómo afecta eso a nuestro comportamiento. En ocasiones nos sentiremos extraños, no nos reconoceremos comportándonos así.

Por otro lado, esa perspectiva alejada nos descubre nuevas motivaciones, circunstancias, etc de la otra parte, que nos permite comprenderla mejor.

Lógicamente, esta conciencia más completa de la realidad nos permite ver qué efecto hemos podido producir en otros, para quienes nos hemos convertido en la encarnación del problema. Tras este diagnóstico “liberador”, las nuevas alternativas y los nuevos comportamientos fluyen y la solución está mucho más cerca.

Ser suave con las personas y duro con el problema no es fácil, pero… ¿alguien dijo miedo?
 

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